martes, 4 de junio de 2013

Cómo gestionar la incertidumbre en un futuro imperfecto


La pasada semana se puso a la venta el Informe Plimsoll que lo comercializa Aseguranza. “En él se analiza en profundidad cada año a las corredurías españolas más importantes, en todas sus facetas económicas, concluyendo cada informe particular con una valoración de la correduría objetiva y concreta a precios de mercado. El estudio identifica así los objetivos potenciales de adquisición en el sector de corredurías”. 

En total, 602 corredurías se analizan en la última edición. De ellas, en tan sólo 335 empresas españolas de este sector sus resultados financieros reflejan una gestión exitosa. Otro dato significativo, 143 se encuentran en situación de peligro, de las cuales 76 podrían ser objetivo de compra en los próximos meses. Con una conclusión final “La intensa presión competitiva provoca que un tercio de las empresas estén alcanzando su nivel de ventas a costa de mantener pérdidas”. 

Seguro que mayoritariamente estaremos pensando que este informe no hace más que ratificar algo que de sobra es conocido. Añadiendo más leña, otro informe reciente manifiesta que las corredurías con ingresos en primas entorno a 1,5 millones de €, están comenzando a pasar por situaciones delicadas.

Parece que entonces que esto va en serio. Si la mitad de las primeras corredurías están teniendo problemas serios y que muchas de las de las 2.000 de 4.800 existentes ven decrecer sus ingresos de forma notable, nos encontramos ante un escenario de degradación acelerado. Incluso, estudiosos en la materia hablan que de aquí a 5 años sólo quedarán 700 negocios  sostenibles.


Analizando fríamente los datos, nos encontramos con que según estos expertos, el actual mapa de distribución de seguros español va a sufrir cambios radicales. Se van a producir compras, integraciones y negocios que irremisiblemente van a desaparecer.

Ante esta coyuntura, cuál sería mi consejo para que de forma sencilla poder navegar y salir indemne a lo que se percibe que es muy probable que vaya  a ocurrir. Me haría las siguientes preguntas e intentaría contestarlas de forma simple:

1. Analizar con frialdad mi punto de partida. ¿Es rentable mi negocio actual? 
2. ¿Tengo opciones de sobrevivir a medio largo/plazo si se mantiene este escenario?
3. ¿Cuento actualmente con un proyecto que me va a permitir desarrollarme?

Si la respuesta es negativa en estas tres cuestiones, todavía tengo varias opciones para intentar solventar la que se me viene encima:

1. Encomendarme a todos los santos celestiales.
2. Rogar para que el cliente me vuelva a ser fiel.
3. Conseguir que suban las tarifas básicamente por que el ciclo cambie y los malos resultados de las compañías lo aceleren.
4. Que desaparezcan de un plumazo “los depredadores” banca, líneas directas, agregadores, redes propias, concesionarios, grandes superficies, agencias de suscripción y un largo etcétera de competidores.
5. Puedo traspasar carteras, tal y como me piden las compañías con las que trabajo para así poder obtener beneficios a corto y solventar la cuenta del ejercicio, eso sí, comprobando también  cómo al final reduzco mi facturación.
6. Desprenderme de capital humano fiel hacia mi marca y con años de experiencia.

Si no te gustan estas opciones desesperadas, ¿por qué no te pones a pensar en cómo darle respuesta a las tres primeras preguntas con contenidos concretos?

De no ser así, ponte a pensar las otras fórmulas para gestionar ese “futuro imperfecto” que pasan irremisiblemente por decirle adiós a tu actual negocio. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario